“Dios preparó mi corazón para responder de esa manera”.
“Teníamos unos dos kilómetros para el final. Todavía me sentía bajo control.
Estaba preparándome mentalmente para quedarme con el grupo a la cabeza”, dijo.
“De repente, en una fracción de segundo, había una mujer en
el suelo delante de mí. Me tropecé con ella. A pesar de que mis acciones eran
instintivas en el momento, la única manera en la que podría racionalizar es que
Dios preparó mi corazón para responder de esta manera”, dijo.
La maratonista norteamericana cree que esta fue la mejor
experiencia que tuvo en los Juegos. “Durante todo este tiempo aquí, Dios dejó
en claro que mi experiencia en Río sería mucho más que mi rendimiento en la
carrera. Una vez que Nikki se levantó, sabía que era Dios